jueves, 30 de octubre de 2008

TiC...TaC...


Hoy, como todos sabréis, astutos lectores, es jueves. Y podréis preguntaros… ¿que tiene eso de especial? Nada, en realidad. Si eres universitario será un día de fiesta. Para tantos otros será un día normal y corriente. Para mí significa bastante…porque indica que se acerca peligrosamente el fin de semana. Esto, evidentemente, es algo bueno pero… ¿Por qué dura tan poco?

El tiempo (como magnitud física) es algo que me tiene intrigado. Siempre esta ahí, no para por nada ni nadie, y parece involucrarse en nuestras vidas de una manera absoluta. El ejemplo del fin de semana nos sirve, pero seguro que se os ocurren muchos más. Esperamos durante toda la semana la llegada de esos dos o tres días, y cuando eso ocurre… ¡no puede ser! Otra vez es lunes…y vuelta a empezar.

Me da la sensación de que cada vez el tiempo pasa más deprisa. Cuando era un niño de cinco años medía el tiempo en horas: mi odisea comenzaba, como cada día, con la entrada en el colegio a las nueve de la mañana. Después, esperaba impaciente la hora del almuerzo. Una espera interminable. Y una vez que llegaba el medio día, aun así seguía viendo a años luz la tarde y con ello mis horas de libertad.

Luego me hice un poco más mayor, y en la adolescencia mi concepción del tiempo cambió radicalmente. El tiempo lo contaba en semanas: había que llegar al fin de semana y salir por ahí, como fuera. De nuevo me tocaba esperar a que la semana fuera pasando…lentamente…hasta el viernes. Esas últimas horas de clase, en las que no podías pensar en otra cosa que no fuera esa merecida recompensa. Pero se me hacía tan fugaz que ya me veía de nuevo en clase, con cara de tonto y planeando el plan del siguiente fin de semana.

Y… ¿ahora qué? Pues tengo veinte años, estoy en la universidad…y parece que fue ayer cuando empezó todo…y el tiempo pasa todavía más deprisa. Muchos momentos, muchas caras nuevas y demasiado que contar. Ya no mido el tiempo en horas…o en días o semanas. Ahora soy un poco más ambicioso: organizo mi tiempo en meses. Y puede parecer exagerado, pero es cierto. Cuando te quieres dar cuenta empiezas un nuevo mes, nuevas cosas que hacer, nuevos retos y obligaciones…y cada vez queda más lejos ese recuerdo del verano. El tiempo es traicionero, aleatorio, injusto…muy injusto. No quiero ni pensar de aquí a unos años…


david...

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