lunes, 29 de diciembre de 2008

“La importancia de no conformarse”


¿Por qué la mayoría de las personas tiene una visión preconcebida de la vida? Es costumbre pensar que el hecho de realizar estudios superiores o universitarios es una garantía de futuro. Los mejores trabajos, las mejores oportunidades de la vida y su propio transcurso en todos los niveles, todo está relacionado con la misma idea. Una falsa idea que reduce las posibilidades de cada individuo: elimina cualquier rastro de esperanza e ilusión.

Cuando el joven Steve Jobs decidió abandonar Reed College, una conocida universidad de Portland, su futuro estaba incierto. No sabía que camino elegir. Tampoco era capaz de ver un propósito claro a aquello que estaba haciendo. Todos los ahorros de una familia de clase trabajadora se estaban invirtiendo en aquella aventura. Pero él decidió abandonar, dejarlo todo a los seis meses de empezar. Aún no tenía claro como la universidad, ese espacio de oportunidades y sueños, podría darle sentido alguno a su vida.  Y una vez dado el paso, abandonadas las clases obligatorias y las asignaturas matriculadas se dedicó a frecuentar las clases que le parecía interesantes. Fue la curiosidad y su confianza en que las cosas saldrían bien lo que llevó al actual informático a diseñar, poco a poco, su vida profesional y personal. De hecho, reconoce que dejar la universidad “fue una de las mejores decisiones que ha tomado”.Durante este tiempo fue adquiriendo conocimientos que luego tendrían una importante aplicación práctica en el desarrollo de los ordenadores Macintosh. Esa humildad que tanto le caracteriza y su fuerza de voluntad le llevó a crear, con 20 años y en la cochera de sus padres,  la empresa que daría sentido completo a su vida: Apple.

Quién podría decir que después de ver como una oportunidad de hacer una carrera se va a pique, aparece una nueva meta a seguir que vuelve a devolver el sentido a las cosas. La historia de las personas puede analizarse como un conjunto de puntos que pueden entrelazarse entre sí o no, y dar unos resultados determinados. Toda decisión implica una serie de cambios, pero siempre estamos sujetos a las vueltas que da la vida. Y precisamente cuando todo parecía ir bien, debido a unas diferencias de visión de mercado, fue despedido por su propia empresa y con 30 años se volvió a ver en la calle. De la cumbre del éxito había pasado a ser de nuevo un principiante. Tenía muchas ideas, desarrolló nuevas tecnologías y fundó un par de empresas, pero sin éxito. El destino quiso que Apple comprara sus acciones y le volviera a contratar. Una vez más había vuelto a ganar.

“Estoy convencido de que la única cosa que me mantuvo en marcha fue mi amor por lo que hacía”. Este caso demuestra que nunca hay que conformarse en la vida. Hay que seguir luchando si se cree que las cosas podrían ser mejores, aunque parezca una barbaridad o vaya contra los principios de la gente. Al final del camino lo que importa es que lo que hagamos nos llene como personas, que nos mantenga con la misma esperanza e ilusión como el primer día. Podremos entender entonces las decisiones que tomamos y encontraremos el sentido de nuestra vida. 

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